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«LA BIZARRA DEFENSA DEL CASTILLO DE CHAPULTEPEC, POR LOS CADETES DEL COLEGIO MILITAR»

    Segunda y ultima parte de Reseña enviada por la XII Region Militar.   Que hoy y siempre resuene en todos los confines del territorio nacional tu nombre...

 

 

Segunda y ultima parte de Reseña enviada por la XII Region Militar.

 

Que hoy y siempre resuene en todos los confines del territorio nacional tu nombre
sacrosanto “Colegio Militar”.


Conquistado el castillo de Chapultepec, otras posiciones como las garitas de san
Cosme y belén también cayeron en poder del enemigo. Consciente de la incapacidad de la defensa, el general, Antonio López de santa Anna, comandante en jefe de la defensa de la ciudad de México, ordenó el retiro del ejército y la salida de los poderes a Querétaro.
La ocupación de la ciudad de México se realizó con una resistencia desesperada por
parte de sus habitantes. La lucha duró algunos días, por lo que el general Scott, declaró la ciudad en estado de sitio. El 15 de septiembre por la noche ondeaba en palacio nacional, la bandera norteamericana.
En febrero de 1848 con el tratado de paz, límites y arreglo definitivo entre la república
mexicana y estados unidos o tratado de Guadalupe-Hidalgo como comúnmente lo
conocemos, México aceptó al río bravo como límite meridional de Texas y la anexión de los territorios de nuevo México y california; por su parte, estados unidos pagaría la extensión que adquiriría a la nueva frontera entre los dos países.
El tratado fue firmado el 2 de febrero de 1848 y enviado para la ratificación a los
respectivos gobiernos. El congreso mexicano aprobó su ratificación el 25 de mayo. El ejército norteamericano evacuó la ciudad de México el 12 de junio y las últimas tropas se embarcaron en Veracruz el 12 de agosto, con esto terminó de hecho la invasión a México por los norteamericanos.


La guerra terminó y dejó huella profunda en nuestro país, la más evidente y traumática fue la pérdida de más de la mitad de su territorio, la invasión y ocupación de gran parte del país y en la defensa sacrificó vidas y enormes recursos.
En la década de 1840, cuando el invasor desplegó sus armas y codicia sobre nuestro
territorio, más que nunca era necesaria la energía, sin embargo, los principales líderes
políticos mostraron frentes fragmentados, cuando más importante era la unidad social,
prevaleció el egoísmo y los intereses de grupo.
Cuando más obvio eran los enemigos, prevaleció la miopía y el disimulado abandono en los liderazgos, la fractura de la cohesión nacional y la mezquindad abrieron las puertas a la tragedia y al luto y nuestro país perdió la guerra y parte de nuestro territorio.
Que toda esa experiencia vivida nos proporcione la fuera y motivación necesaria para que todos los mexicanos aspiremos y seamos mejores cada día en todos nuestros
propósitos, que el nacionalismo sea nuestra divisa y que el amor por México sea nuestra
fortaleza.
Enseñemos a nuestros hijos a defender la herencia que las generaciones
antecesoras quisieron que tuviéramos. Hagámosle saber que, si nos unimos, no habrá insuperables y México continuará caminando con ruta definida con más ahínco que nunca, pues se suman millones de honestas voluntades.
Sin embargo, es necesario que, para levantar a ese baluarte, comencemos por
sentirnos orgullosos de todo lo nuestro, por redoblar nuestra fe, por cubrirnos con una sola bandera, por escuchar una sola campana, y por dar al unísono un solo grito: México.


Que nuestro querido, admirado y respetado colegio militar conserve su prestigio y la
mística que le permita seguir forjando como lo ha hecho desde 1823, a los jóvenes oficiales del ejército mexicano con vocación de servicio, hombres de honor, de valor inquebrantable y con una lealtad a toda prueba a su pueblo y las instituciones nacionales.
Que nuestro colegio militar continúe formando hombres de bien, responsables y
disciplinado, líderes de excelencia para su tropa y su familia, honestos y valerosos, que la sociedad se enorgullezca de la rectitud de su honorabilidad, de su cultura y de sencillez, que siga produciendo hombres firmes y fuertes pero con la diplomacia suficiente para comprender la condición humana, hombres decididos y enérgicos pero con la convicción de respetar a las personas y los bienes sobre todas las cosas; en fin hombres de armas con un profundo amor y lealtad a nuestro México.
Que hoy y siempre resuene en todos los confines del territorio nacional tu nombre
sacrosanto “Colegio Militar”.

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